martes, 30 de abril de 2013

Fotografiar el gesto, pero solo el gesto; sin cuerpo, sin lugar, el gesto desprovisto, rascarse la nariz, acariciarse el tobillo, no un alfabeto gestual sino el significante vacío, sobre todo el gesto práctico, acodarse, equilibrar el peso, huellas gestuales, no dactilares, que pueden ser las de cualquiera, como guardar el pulgar dentro de la mano, también el gesto inútil, redundante, tocarse el pelo cuando ya no queda ni un pelo que tocarse; centrarse en lo externo, profundizar en la superficie, el gesto como lo más propio, lo intercambiable, lo que se hace mientras se hace cualquier otra cosa como pensar o dar un beso, el modo de cruzar o no cruzar las piernas al sentarse, el gesto en el que nadie repara en un mundo repleto de gestos, de automatismos, el gesto de fotografiar cuando ya vamos necesitando algo más que gestos, no un gestor sino gestar un paisaje común, una forma en la que reconocernos.

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