miércoles, 17 de abril de 2013



"Cierra los ojos y verás" Hoy me he tropezado con esta frase de Joseph Joubert un ensayista francés que vivió entre los siglos XVIII Y XIX.

Recuerdo que siendo niños, cuando alguien te decía ¡Cierra los ojos!, tú los cerrabas. Y al poco rato, al escuchar ¡Ábrelos! te encontrabas con cualquier cosa, una sorpresa agradable o, por el contrario, el bicho más repugnante que te hacía lanzar un grito que se escuchaba en la otra punta del pueblo. Si quien te ordenaba cerrar los ojos era alguien que te quería, tú los cerrabas con toda confianza, sabiendo que nada malo podía sucederte.

Los ojos. Ese sentido tan importante que nos permite disfrutar del amor reflejado en el rostro de los seres queridos, de la tierna sonrisa de un niño, del azul luminoso del cielo, de la inmensidad del mar, de los maravillosos colores de las flores, del volar de las hermosas mariposas, de la belleza de una escultura o de un cuadro… ¡de tantas y tantas cosas…!

"Cierra los ojos y verás" Yo lo he experimentado tumbada en la cima de la montaña, en un día primaveral, he cerrado los ojos y he escuchado los sonidos de alrededor: el canto de los pájaros, el murmullo de la brisa, el silencio de la naturaleza, y he visto que algo muy hermoso vibraba en mi interior. ¿Y qué decir de poder escuchar tu música favorita, relajada, sin que nada ni nadie te distraiga, sola tú con las notas desgranándose una tras otra, invadiéndote despacio hasta transportarte a un lugar muy especial? Solo al abrir los ojos se rompe el embrujo. Con tus ojos cerrados, tu imaginación se ensancha y puede transportarte a grandes praderas, impresionantes cataratas, inmensos desiertos…


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