jueves, 10 de noviembre de 2011

Idea profunda III

 "Los que saben hacer las cosas, las hacen; los que no saben, enseñan a hacerlas; los que no saben enseñar, enseñan a los que enseñan, y los que no saben enseñar a los que enseñan, se meten en política".


Cuando escuché esta frase todo el mundo pareció encontrar aquello muy inspirado, pero no por los motivos adecuados desde mi punto de vista ya que pienso que no es verdad, o por lo menos no del todo. Creo que no significa lo que uno cree que significa.

Si uno ascendiera en la escala social de manera proporcional a su incompetencia, os puedo asegurar que el mundo no marcharía como marcha. Pero el problema no es ese. Lo que esta frase quiere decir no es que los incompetentes tengan un lugar bajo el sol, sino que no hay nada más difícil e injusto que la realidad humana: vivimos en un mundo donde lo que tiene poder son las palabras y no los actos, donde la competencia esencial es el dominio del lenguaje. Eso es terrible porque en el fondo, somos como suelen decir los grandes pensadores "seres programados" para dormir, comer, reproducirnos, conquistar y asegurar nuestro territorio, y aquellos más hábiles para todas esas tareas, aquellos entre nosotros que son más animales, ésos siempre se dejan engañar por los otros, los que tienen labia pero sería incapaces de defender su huerto, de traer un conejo para la cena y de procrear como es debido. Es un terrible agravio a nuestra naturaleza "animal", una suerte de perversión, de contradicción profunda.

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