lunes, 2 de septiembre de 2013

Yo pensé que solo les pasaba a los “gremlins”, eso de que se convertían en monstruos cuando les dabas de comer después de las 12 de la noche, o los mojabas y no sé qué otra cosa más. Pero les pasa también a las personas, o a algunos “gremlins” entonces que tienen aspecto de personas.

En la película estaba claro qué era lo que no tenías que hacer, en la vida real la cosa cambia, es mucho peor porque cada gremlin tiene sus propias instrucciones y, te lo digo desde ya, antes o después meterás la pata, u ocurrirá algo en lo que no tengas tú nada que ver, que hará que el dulce “Gizmo” desaparezca para siempre.

Parece que digo tonterías pero no. Todos somos muy dulces hasta que nos ponen a prueba. Una amiga mía decía querer tanto a “nosequién” “que no había nada que éste pudiera hacer o dejar de hacer que le empujase a quererle menos”, o era él el que lo decía de ella, o era una canción que interpretaban a dúo. Era una afirmación grandilocuente de esas “como plastificadas” que no se dejan analizar. Son mentira. Ese o esa que dice quererte como no ha querido a nadie en su vida, ese o esa que se atreve a decir que te querrá más allá de la muerte, para empezar lo más probable es que sea de Despeñaperros para abajo y lea libros de autoayuda sin descanso. Estas afirmaciones no pueden hacerse fuera de una pantalla de cine, ni sin música de fondo (si van a ser mentira). Tampoco puedes hacer a tu amigo o amiga a tal punto irresponsable o in-acreedor de tu cariño. Es una afirmación hiperbólica; a tu amigo le quieres tantísimo porque él, como mínimo, “afirma” quererte otro tanto…


Perdón, me estoy liando un poco, o aliviando, vete tú a saber. ¿Tendremos todos, que parecemos tan iguales, un resorte o más que nos vuelva “del revés”?

Es fácil decir que no, pero puede que no sea cierto. Tengo yo unos vecinos que no me dirigen la palabra, ni me saludan por la calle o por el vecindario desde hace años. Antes comíamos juntos en su casa o en la mía. Créeme, les mandé un mensaje por equivocación una nochevieja(?) que debieron interpretar de la peor manera posible, te garantizo que una amenaza de muerte no era, y se acabó, ni hubo manera de hablarlo ni de arreglarlo, me convertí en un monstruo yo, o ellos.

Es parecido a eso de “te quiero, te quiero hasta que te odie”, que es absurdo de suyo, será que no me querías tanto. Me confundo. Ya te dije hace poco que el odio es el reverso del amor, la persona “te sigue importando” pero para maldecirla, qué horror.

No puede ser. ¿Tantas costuras tendremos, tantos botones ocultos, tantas instrucciones tan complicadas? Si es así, lo que a mí me pide el cuerpo es complicarte la vida desde el principio. “No quiero quererte tanto que no tenga más remedio que odiarte después, cuando me maltrates o me ignores o lo haga yo”. No me va a quedar más remedio que respetar a aquellos que no se abren o no se dan o no del todo, que me han repugnado siempre.

Si tienes contraindicaciones de las graves trata de saberlo y de buscar el antídoto, que una cosa es rugir, rabiar, ofenderse y soltar por esa boca, y otra muy distinta esa “metamorfosis” que te hace abandonar la forma humana para convertirte en un monstruo, en “otro”, en un auténtico desconocido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario