lunes, 14 de enero de 2013

Carta a mi yo interno


Querida yo,
No sé muy bien cómo pero ya tienes 20 años y algo nos ha llevado a ser la persona que somos hoy en día. Nos cuesta mucho autodescribirnos, en cambio los que nos rodean dicen que somos una persona simpática, modesta, sensata, sentimental a la vez que racional y con cierto punto de locura y bipolaridad.
Nos encanta detenernos a contemplar cosas que los demás no son capaces de valorar. Por ejemplo, suena absurdo pararse a observar una lavadora en movimiento, en cambio hay veces que no nos apetece otra cosa que quedarnos sentadas frente a ella mientras que da vueltas la ropa sumergida en el agua mezclada con el detergente mientras que pensamos en cosas o simplemente en la nada (sí, no siempre tenemos por qué pensar en algo concreto; pensar en  nada resulta de lo más divertido también; pero, ¿pensar en nada es pensar en algo? Creo que ya nos estamos liando otra vez, lo dejaremos en paréntesis).     ¿Y qué me dices de contemplar las agujas del segundero de los relojes? Especialmente cuando hacen ese ruido tan característico que no te deja dormir… La maldita pulsación de negra a velocidad de 60 es algo que se nos mete en la cabeza. Lo peor de todo es cuando sin darnos cuenta nos ponemos a hacer algo y nos dejamos llevar por el ritmo que marca el segundero… En estos momentos desearía que fuese al menos a una velocidad de 120 pulsaciones/minuto al menos, porque desde luego que nos quedamos en la parra.

Disfrutamos viendo atardecer, los días de lluvia, reír hasta que nos falta el aire, defender la verdad y el calor humano. En cambio detestamos un poquito a las personas que les falta humildad, a las que no saben apreciar los pequeños placeres de la vida y a los intolerantes, aunque más que detestar creo que en realidad nos dan pena porque ello no les permite disfrutar de las pequeñas cosas que nos ofrece el mundo, que en realidad son grandes y hermosas.
Comenzamos a estudiar enfermería sin saber muy bien si realmente sería lo nuestro y con el paso del tiempo encontramos una vocación que se encontraba oculta con el resto de nuestras inquietudes. Hemos descubierto que vamos a dedicar nuestra vida a ayudar a los demás, algo que inconscientemente hemos realizado desde pequeñas, y bueno, ahora lo vamos a realizar en el ámbito de la salud. Lo mejor de todo es que sabemos que cuando realizamos nuestro trabajo como enfermera nos sentimos realizadas y llegamos a casa con una inmensa sonrisa a pesar de que la jornada sea agotadora.
 En nuestro, cómo diría… ¿tiempo libre? Nos hemos dedicado desde hace por lo menos diez años a tocar instrumentos: trompeta, fliscorno, piano,  guitarra, saxofón,... en cambio al final siempre nos hemos quedado con el mismo: la trompeta. ¿Por qué la trompeta? Siempre nos ha parecido un instrumento majestuoso que brilla por encima de los demás en los momentos culmes de las interpretaciones de las orquestas. Además en el género del pasodoble, tipo de música muy escuchada en nuestro país, la trompeta siempre lleva la voz cantante y de pequeña siempre nos llamaba la atención su timbre. Por otra parte se sumerge muy bien en un género que nos llama mucho la atención: el jazz. Siempre nos preguntan que por qué la trompeta si es un instrumento “masculino”, supongo que siempre quisimos estar bien acompañadas en nuestras interpretaciones (era una pequeña broma).
 He de decirte que ha sido muy positivo habernos sumergido en el mundo de la música y que lo sigamos haciendo;  cualquier persona que durante años haya pasado tantísimas horas al día interrelacionando sentidos, emociones, y movimientos precisos a tocar un instrumento, debe por fuerza ser diferente. Ser músico nos hace sentirnos especial, y completa una parte de nuestro “yo”.
Reconozco que muchas personas nos miran como un “bicho raro”; sabemos que vivimos un poco en contracorriente de la sociedad pero no nos importa, nos gusta ser diferente y tener inquietudes que a muchos otros no se les pasan ni por la cabeza. Lo bonito y tentador siempre es la excepción; las personas en serie son aburridas y previsibles... Lo bueno es ser diferente, ¿no crees?
Por otra parte pequeña, las cosas cambian y no hay razón para pretender que sigan igual para siempre. Por ejemplo, cuando paseamos por un parque disfrutando de una agradable tarde soleada, del color verde de las hojas, sintiendo el aire frío del invierno en las mejillas y divagando a la vez en nuestros pensamientos no es igual que hace unos años, que no nos parábamos a disfrutar de todo eso…  las cosas no son del color que parecen ser, sino del color con que se miran, por ello es importante abrir bien los ojos y disfrutar hasta de tropezar con una piedra mientras caminas. Creo que es enriquecedor que existan tantas maneras de ver el mundo y que todo sea relativo. El mundo sería absurdo si todos pensásemos igual y realizásemos las mismas acciones. Somos seres libres y por tanto podemos actuar de una manera u otra según nuestro propio criterio. Aunque por otra parte es cierto que esa libertad que ansiamos conseguir esta limitada y condiciona nuestros comportamientos. ¿Por qué llevo puesto un pantalón y no voy en ropa interior cuando salgo a la calle? ¿Por qué no me echo ese perfume de hombre que tanto me gusta oler? ¿Por qué no grito en este preciso momento “ME SIENTO BIEN”? Sí, soy libre pero me gustaría no estar tan condicionada por lo que aparentemente está “bien” o “mal”.

Por otra parte en nuestra vida hemos tenido que elegir muchos caminos, algunos acertados y otros no tanto. Pero si algo hemos aprendido es que nunca nos equivocamos ya que hasta de los errores  aprendemos y nos sirve de lección.
En el amor, diría que no hemos sido la persona más afortunada ya que aún seguimos esperando a que aparezca nuestro uno entre mil; en cambio tampoco nos podemos sentir desafortunadas porque al menos sabemos, o eso creemos, lo que es amar.
Nada fue culpa de él sino que todo cambió y no supimos decir por qué, lo adorábamos pero no, no pudimos seguir con él. Lo cierto es que le mentimos y lo más ridículo es que nos mentimos también a nosotras mismas, creyendo que por fin habíamos encontrado a esa persona que andábamos buscando tanto tiempo. Adorábamos como pasaba de enfadado a enamorado en cuestión de segundos. Nos encantaba el olor a perfume cada vez que nos abrazaba fuertemente contra su pecho. Adorábamos el modo en el que ridiculizaba todas nuestras locuras y se reía. No podíamos vivir sin sus abrazos constantes, sin su sonrisa…. Disfrutábamos sin hacer nada, matando el tiempo con él aunque fuese simplemente paseando… adorábamos tantas cosas de él. En cambio ahora odiamos sus cambios repentinos de humor; detestamos cuando se echa ese perfume. Nos agobia que quiera estar siempre pegado a nosotras y nos enfurece que se burle de nuestras cosas y encima se ría. Nos aburre estar sin hacer nada, perdiendo el tiempo. Por eso no pudimos seguir con él, porque cometimos ese error que comete todo el mundo, de creer que era quien queríamos que fuese; de sin conocerle decirle que era el hombre de nuestra vida; eran más nuestras ganas las de encontrarle que las de estar con él. Pero no fue él el único engañado, nosotras también creímos que era para siempre, que él sería nuestro antes y nuestro después, lo que siempre habíamos deseado. Pero no, no fue así. Ahora seguimos avanzando por nuestro camino, mirando al frente con una esperanza soñadora;  aunque  esta vez no vamos acompañadas, al menos por el momento. Y en realidad tampoco nos importa demasiado. Con el tiempo hemos  aprendido que no siempre es todo tan sencillo como parece. Siempre es difícil elegir ya que cuando tomamos una decisión y la llevamos a cabo cae sobre nosotros toda la responsabilidad y ya no hay a quién echarle las culpas como cuando eras pequeño.
Aún así no espero que los demás comprendan siempre nuestros actos. Vamos buscando nuestro propio horizonte, nuestro equilibrio, eligiendo poco a poco el camino que creemos que es el acertado, o quizás no… pero al fin de cuentas nuestro camino.
No olvides nunca a esas personas que siempre nos han acompañado en nuestro camino, algunas veces de forma más activa y otras más pasiva, pero que siempre han estado. La familia, pero sobre todo los amigos. No es que desvalore a la familia pero lo bonito de la amistad es que se elige y no se ofrece nada a cambio, ello es lo que la hace poseer tanta grandeza. Nuestros amigos forman uno de nuestros pilares fundamentales, son una de las claves para seguir hacia adelante.  Jamás nos han juzgado sino que nos han dado su opinión sin sentenciar. Juntos hemos gritado, bailado, sonreído, y cantado a la vida; aunque en otras ocasiones hemos llorado y nos hemos apoyado en los momentos difíciles. Son nuestra luz, una de las cosas más importantes que nos acompañan en nuestra rutina, por ello querida debemos cuidarlos y conservarlos como si de un tesoro se tratasen. La amistad es una de las cosas más puras que existen.

No sé lo que nos traerá el futuro, aunque tampoco me preocupa demasiado. Debes disfrutar del presente y de todas las oportunidades que te está ofreciendo ya que según trates tu presente sembrarás tu futuro. Y sobre todo te pido una cosa pequeña: sonríe por encima de todo y que te salga del corazón. Porque cuando tú estés feliz proyectarás esa vibración positiva a los que te rodean y finalmente será todo un feedback de buenas sensaciones; recuerda que nuestro paso por la vida es pasajero por lo que debemos buscar siempre el lado positivo de las cosas; eso no nos quitará el sufrimiento que  a veces nos dará la vida sin elección pero sí que te hará convertirte en una persona más fuerte, y sobre todo, te hará convertirte en TI MISMA, que es lo importante.






Cariñosamente, tú.





1 comentario: