Querida yo,
No sé muy bien cómo pero ya
tienes 20 años y algo nos ha llevado a ser la persona que somos hoy en día. Nos
cuesta mucho autodescribirnos, en cambio los que nos rodean dicen que somos una
persona simpática, modesta, sensata, sentimental a la vez que racional y con
cierto punto de locura y bipolaridad.
Nos encanta detenernos a
contemplar cosas que los demás no son capaces de valorar. Por ejemplo, suena
absurdo pararse a observar una lavadora en movimiento, en cambio hay veces que
no nos apetece otra cosa que quedarnos sentadas frente a ella mientras que da
vueltas la ropa sumergida en el agua mezclada con el detergente mientras que
pensamos en cosas o simplemente en la nada (sí, no siempre tenemos por qué
pensar en algo concreto; pensar en nada
resulta de lo más divertido también; pero, ¿pensar en nada es pensar en algo?
Creo que ya nos estamos liando otra vez, lo dejaremos en paréntesis). ¿Y qué me dices de contemplar las agujas
del segundero de los relojes? Especialmente cuando hacen ese ruido tan
característico que no te deja dormir… La maldita pulsación de negra a velocidad
de 60 es algo que se nos mete en la cabeza. Lo peor de todo es cuando sin
darnos cuenta nos ponemos a hacer algo y nos dejamos llevar por el ritmo que
marca el segundero… En estos momentos desearía que fuese al menos a una
velocidad de 120 pulsaciones/minuto al menos, porque desde luego que nos
quedamos en la parra.
Disfrutamos viendo atardecer,
los días de lluvia, reír hasta que nos falta el aire, defender la verdad y el
calor humano. En cambio detestamos un poquito a las personas que les falta
humildad, a las que no saben apreciar los pequeños placeres de la vida y a los
intolerantes, aunque más que detestar creo que en realidad nos dan pena porque
ello no les permite disfrutar de las pequeñas cosas que nos ofrece el mundo,
que en realidad son grandes y hermosas.
Comenzamos a estudiar enfermería
sin saber muy bien si realmente sería lo nuestro y con el paso del tiempo encontramos
una vocación que se encontraba oculta con el resto de nuestras inquietudes.
Hemos descubierto que vamos a dedicar nuestra vida a ayudar a los demás, algo
que inconscientemente hemos realizado desde pequeñas, y bueno, ahora lo vamos a
realizar en el ámbito de la salud. Lo mejor de todo es que sabemos que cuando
realizamos nuestro trabajo como enfermera nos sentimos realizadas y llegamos a
casa con una inmensa sonrisa a pesar de que la jornada sea agotadora.
En nuestro, cómo diría… ¿tiempo libre? Nos
hemos dedicado desde hace por lo menos diez años a tocar instrumentos: trompeta,
fliscorno, piano, guitarra, saxofón,...
en cambio al final siempre nos hemos quedado con el mismo: la trompeta. ¿Por
qué la trompeta? Siempre nos ha parecido un instrumento majestuoso que brilla
por encima de los demás en los momentos culmes de las interpretaciones de las
orquestas. Además en el género del pasodoble, tipo de música muy escuchada en
nuestro país, la trompeta siempre lleva la voz cantante y de pequeña siempre nos
llamaba la atención su timbre. Por otra parte se sumerge muy bien en un género
que nos llama mucho la atención: el jazz. Siempre nos preguntan que por qué la
trompeta si es un instrumento “masculino”, supongo que siempre quisimos estar
bien acompañadas en nuestras interpretaciones (era una pequeña broma).
He de decirte que ha sido muy positivo
habernos sumergido en el mundo de la música y que lo sigamos haciendo; cualquier persona que durante años haya pasado
tantísimas horas al día interrelacionando sentidos, emociones, y movimientos
precisos a tocar un instrumento, debe por fuerza ser diferente. Ser músico nos
hace sentirnos especial, y completa una parte de nuestro “yo”.
Reconozco que muchas personas
nos miran como un “bicho raro”; sabemos que vivimos un poco en contracorriente
de la sociedad pero no nos importa, nos gusta ser diferente y tener inquietudes
que a muchos otros no se les pasan ni por la cabeza. Lo bonito y tentador
siempre es la excepción; las personas en serie son aburridas y previsibles...
Lo bueno es ser diferente, ¿no crees?
Por otra parte pequeña, las
cosas cambian y no hay razón para pretender que sigan igual para siempre. Por
ejemplo, cuando paseamos por un parque disfrutando de una agradable tarde
soleada, del color verde de las hojas, sintiendo el aire frío del invierno en las
mejillas y divagando a la vez en nuestros pensamientos no es igual que hace
unos años, que no nos parábamos a disfrutar de todo eso… las cosas no son del color que parecen ser, sino
del color con que se miran, por ello es importante abrir bien los ojos y
disfrutar hasta de tropezar con una piedra mientras caminas. Creo que es
enriquecedor que existan tantas maneras de ver el mundo y que todo sea
relativo. El mundo sería absurdo si todos pensásemos igual y realizásemos las
mismas acciones. Somos seres libres y por tanto podemos actuar de una manera u
otra según nuestro propio criterio. Aunque por otra parte es cierto que esa
libertad que ansiamos conseguir esta limitada y condiciona nuestros
comportamientos. ¿Por qué llevo puesto un pantalón y no voy en ropa interior
cuando salgo a la calle? ¿Por qué no me echo ese perfume de hombre que tanto me
gusta oler? ¿Por qué no grito en este preciso momento “ME SIENTO BIEN”? Sí, soy
libre pero me gustaría no estar tan condicionada por lo que aparentemente está
“bien” o “mal”.
Por otra parte en nuestra vida
hemos tenido que elegir muchos caminos, algunos acertados y otros no tanto.
Pero si algo hemos aprendido es que nunca nos equivocamos ya que hasta de los
errores aprendemos y nos sirve de
lección.
En el amor, diría que no hemos
sido la persona más afortunada ya que aún seguimos esperando a que aparezca nuestro
uno entre mil; en cambio tampoco nos podemos sentir desafortunadas porque al
menos sabemos, o eso creemos, lo que es amar.
Nada fue culpa de él sino que
todo cambió y no supimos decir por qué, lo adorábamos pero no, no pudimos
seguir con él. Lo cierto es que le mentimos y lo más ridículo es que nos
mentimos también a nosotras mismas, creyendo que por fin habíamos encontrado a
esa persona que andábamos buscando tanto tiempo. Adorábamos como pasaba de
enfadado a enamorado en cuestión de segundos. Nos encantaba el olor a perfume
cada vez que nos abrazaba fuertemente contra su pecho. Adorábamos el modo en el
que ridiculizaba todas nuestras locuras y se reía. No podíamos vivir sin sus
abrazos constantes, sin su sonrisa…. Disfrutábamos sin hacer nada, matando el
tiempo con él aunque fuese simplemente paseando… adorábamos tantas cosas de él.
En cambio ahora odiamos sus cambios repentinos de humor; detestamos cuando se
echa ese perfume. Nos agobia que quiera estar siempre pegado a nosotras y nos
enfurece que se burle de nuestras cosas y encima se ría. Nos aburre estar sin
hacer nada, perdiendo el tiempo. Por eso no pudimos seguir con él, porque
cometimos ese error que comete todo el mundo, de creer que era quien queríamos
que fuese; de sin conocerle decirle que era el hombre de nuestra vida; eran más
nuestras ganas las de encontrarle que las de estar con él. Pero no fue él el
único engañado, nosotras también creímos que era para siempre, que él sería nuestro
antes y nuestro después, lo que siempre habíamos deseado. Pero no, no fue así.
Ahora seguimos avanzando por nuestro camino, mirando al frente con una
esperanza soñadora; aunque esta vez no vamos acompañadas, al menos por
el momento. Y en realidad tampoco nos importa demasiado. Con el tiempo hemos aprendido que no siempre es todo tan sencillo
como parece. Siempre es difícil elegir ya que cuando tomamos una decisión y la
llevamos a cabo cae sobre nosotros toda la responsabilidad y ya no hay a quién
echarle las culpas como cuando eras pequeño.
Aún así no espero que los demás
comprendan siempre nuestros actos. Vamos buscando nuestro propio horizonte,
nuestro equilibrio, eligiendo poco a poco el camino que creemos que es el
acertado, o quizás no… pero al fin de cuentas nuestro camino.
No olvides nunca a esas personas
que siempre nos han acompañado en nuestro camino, algunas veces de forma más
activa y otras más pasiva, pero que siempre han estado. La familia, pero sobre
todo los amigos. No es que desvalore a la familia pero lo bonito de la amistad
es que se elige y no se ofrece nada a cambio, ello es lo que la hace poseer
tanta grandeza. Nuestros amigos forman uno de nuestros pilares fundamentales,
son una de las claves para seguir hacia adelante. Jamás nos han juzgado sino que nos han dado su
opinión sin sentenciar. Juntos hemos gritado, bailado, sonreído, y cantado a la
vida; aunque en otras ocasiones hemos llorado y nos hemos apoyado en los
momentos difíciles. Son nuestra luz, una de las cosas más importantes que nos
acompañan en nuestra rutina, por ello querida debemos cuidarlos y conservarlos
como si de un tesoro se tratasen. La amistad es una de las cosas más puras que
existen.
No sé lo que nos traerá el
futuro, aunque tampoco me preocupa demasiado. Debes disfrutar del presente y de
todas las oportunidades que te está ofreciendo ya que según trates tu presente
sembrarás tu futuro. Y sobre todo te pido una cosa pequeña: sonríe por encima
de todo y que te salga del corazón. Porque cuando tú estés feliz proyectarás
esa vibración positiva a los que te rodean y finalmente será todo un feedback
de buenas sensaciones; recuerda que nuestro paso por la vida es pasajero por lo
que debemos buscar siempre el lado positivo de las cosas; eso no nos quitará el
sufrimiento que a veces nos dará la vida
sin elección pero sí que te hará convertirte en una persona más fuerte, y sobre
todo, te hará convertirte en TI MISMA, que es lo importante.
Cariñosamente,
tú.